En ningún caso opositar es fácil y en cualquier circunstancia exige un nivel muy alto de sacrificio y compromiso.
Si cuando trabajas tu tiempo libre se reduce y cuando opositas tu tiempo libre es casi imaginario, piensa si juntas las dos situaciones.
Por supuesto tiene muchas desventajas trabajar y opositar pero también tiene algunas ventajas.
Al dedicarte solo al estudio de una oposición tienes más tiempo pero tu cabeza se airea menos, acudir al trabajo todos los demás desvía tu atención y el nivel de saturación mental es menor.
Otra gran ventaja es que no tienes la misma urgencia para aprobar que aquel que no tiene ningún tipo de ingreso, aprovecha esto para estudiar con la cabeza fría.
Tampoco hay que ignorar los factores adversos por eso en casos así es muy importante elegir bien a qué oposición nos vamos a presentar: requisitos, exigencias, foros con experiencias de otros opositores, hablar con personas que ocupan puestos de trabajo similares y que también opositaron, a lo mejor es buena idea elegir una oposición de menor categoría y luego aprovechar la promoción interna.
Piensa que una oposición a una categoría A1 puede exigir dedicación absoluta, pero para una categoría C1 es posible compatibilizar con un trabajo y dedicarle entre 18 y 20 horas de estudio semanales para alcanzar tu objetivo. Por eso, antes de ponerte a la labor calcula el plazo de media que se precisa para sacar una oposición como aquella a la que quieres presentarte, analizar el tipo de ejercicios y asegúrate de que no tengan uno de un tipo que sea insalvable o especialmente dificultoso para ti (oral, nivel alto de idiomas, por poner un ejemplo). Asímismo busca una oposición que tenga frecuencia de convocatoria (hoy en día con mayor motivo). Estudia la relación entre el número de plazas y el número de opositores que se presentan en convocatorias anteriores.
Una clave que te servirá de motivación extra en momentos de desanimo es comparar tu situación laboral actual con aquella a la que aspiras.
Calcula también de manera realista las horas de las que dispones en el día a día y reparte todas las tareas básicas del estudio en este tiempo.
El apoyo y la comprensión de tu pareja o de tu familia es un importante punto de partida, debéis tomar la decisión consensuadamente, ya que dedicarte a estudiar una oposición después de trabajar reducirá drásticamente el tiempo que puedes dedicarle a las tareas comunes (lavadoras, comidas, limpieza en general) y también al ocio compartido.
Si vives solo y debes ocuparte de todas las tareas domésticas la necesidad de planificación se multiplica por 100.
Organízate en función de tu jornada laboral, si es intensiva lo tendrás algo más fácil, si es partida, precisarás de algo más de sacrificio y organización, pero no desistas porque también es posible. Planifica tus vacaciones y días libres, hazte un calendario con las fiestas locales y nacionales, para los demás son días de asueto, para ti de mayor rendimiento.
Considera que cada día antes de acostarte debes estudiar dos horas, o, si eres de los que están más despejados por la mañana, madruga, pero madruga mucho. Los fines de semana debes sacar al menos 6 horas diarias.
Si tu jornada es intensiva piensa que debes estudiar unas cuatro horas al día, en horario de mañana o tarde según tu jornada laboral.
Frente a las horas que le dedica un opositor a jornada completa pueden parecer pocas horas, pero la calidad de estas horas es distinta, como sabes que dispones de poco tiempo, no te distraes, no te dispersas y haces un estudio de calidad.
Respeta los descanso, duerme de 6 a 8 horas por la noche y si puedes haz una pequeña siesta de unos quince minutos, si vas acumulando cansancio, verás reducida tu capacidad de concentración y aunque le dediques más tiempo al estudio, rendirás menos.
Para cualquier opositor la clave es: motivación, planificación y constancia, para ti mucho más.
Que no te quepa duda: si quieres, puedes! porque la clave es ACTITUD, ACTITUD y ACTITUD.